Un clima afectivo implica:
El docente debe expresar sentimientos y actitudes positivas hacia
los niños: calidez, apoyo, empatía, entre otros.
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El docente debe relacionarse con respeto y confianza.
El docente debe motivar al niño para que exprese sus emociones y sentimientos en la medida en la que logre comprender sus emociones, podrá aprender paulatinamente regular sus sentimientos.
Los niños que reciben afecto son capaces de desarrollarse aún en situaciones críticas.
El desarrollo de la regulación de emociones está conectado con el
de las habilidades sociales, por ello son esenciales
las oportunidades que se brinden a los niños para apoyar sus aprendizajes en ambos sentidos.